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Patricia Urquiola desvela la nueva y ambiciosa Almendra

Obra de la diseñadora española Patricia Urquiola, Almendra es un sistema modular de iluminación que con sus formas y colores evoca a un almendro, de donde toma también su nombre. Se trata de un proyecto ambicioso en cuanto a diseño y materiales; una síntesis de poesía y sostenibilidad concebida gracias a un diseño sublime y una tecnología rompedora. Para celebrarlo, Patricia Urquiola nos cuenta cómo surgió y nos habla de su visión del futuro.

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RB: Empecemos por Almendra: es un proyecto de iluminación que aúna muchos de los temas que son recurrentes en sus obras: color, curvas, modularidad y composición. ¿Cómo concibió este proyecto?

PU: Una cosa lleva a la otra. Almendra procede de la colección Serena (2015), en la que intentamos que hubiera unos elementos difusores muy sencillos que protegieran la luz de una forma poética, con unas hojas de aluminio finísimas. La lámpara de mesa siguió formando parte de la colección, pero nunca tuvimos la oportunidad de desarrollar la de suspensión —que se imaginó como una rama con tres pétalos— porque no pudimos encontrar la tecnología adecuada. Pero no se me fue de la cabeza. Más tarde, quise adaptar el concepto a un proyecto arquitectónico. Hablándolo con Flos, se nos ocurrió darle una vuelta. Nos quedamos con la idea de las hojas, pero se convirtieron en una forma muy sencilla que también asemeja una cáscara, y, partiendo de Serena, se ha transformado en una almendra, de ahí su nombre. Cuando pienso en un almendro, no imagino solo la rama en flor. Las almendras son organismos vivos, no son una fruta, son una semilla compuesta por una especie de receptáculo ovalado que debe abrirse para liberar a la almendra. Son objetos muy simples. Pasamos de la hoja a una forma más carnosa y sólida, que, simplificada, se convirtió en una luminaria. Ahora, es un módulo en suspensión. Me gusta porque sigue siendo un objeto modular muy simplificado que parece como una pequeña cáscara abierta, natural pero también mecánico. Tecnología y naturaleza unidas, sumadas al mismo tiempo a una gran sencillez en su lenguaje y poética.

RB: ¿Cómo desarrolló el diseño de Almendra?

PU: El módulo se puede componer de distintas maneras; a veces se conecta como las almendras a la rama, o puede conformar varios elementos, verticales u horizontales. Otra posibilidad que ofrece es bifurcarse en dos o tres ramas más, y así se genera una composición muy ligera en el espacio. Los elementos de este módulo están todos concebidos para generar luz: las dos aletas hacen las veces de difusor, una metáfora de la almendra.

RB: La paleta cromática de Almendra consta de tonos pastel, como blanco roto, nude, ocre, antracita y también verde petróleo metálico y lila. ¿Cómo eligió estos colores? 

PU: Son colores que proceden de la naturaleza. Me inspiré en los almendros en Ibiza. Empezamos por el verde, y elegimos el resto de colores de estos árboles, desde los blancos de sus flores hasta el ocre de sus ramas y cáscaras. También los colores nude que lucen las ramas. Por encima de todo, me gusta que la almendra es un objeto con una temporalidad propia. Almendra es la semilla y la luz, que se esconde en la cáscara, como en un pequeño hogar, un espacio donde albergar la semilla y protegerla. Quería explorar la energía de estos objetos. La lámpara no deja de ser un aparato mecánico, pero en un futuro próximo me imagino una luminaria que se abre y cierra, con movilidad propia. 


RB: En la esencia de Almendra también encontramos un potente anhelo por crear un producto completamente sostenible. ¿Cuáles son los fundamentos de Almendra desde este punto de vista y cómo los desarrolló durante el proceso de creación?

PU: Queríamos concebir la lámpara como si fuese un pequeño organismo. La nuevas luminarias tienen fuentes luminosas LED, así que son realmente como organismos. Ya no se trata de una lámpara con su bombilla y su casquillo. Se elaboran de una manera mucho más compleja, pero, al mismo tiempo, no tienen que reflejar esa complejidad, deben ser mucho más sencillas visualmente. Una fuente luminosa sencilla y modular que no es más que un pétalo o una cáscara. Para mí, era muy importante que el producto se pudiera desmontar al final de su vida útil, simplemente separando sus componentes. Suele ser lo más difícil con objetos que son complejos. Almendra se concibió desde el principio con esta lógica. También son muy importantes los materiales que conforman Almendra, como el aluminio extruido, el material reciclable con el que están hechas la rama y la luminaria. Las cáscaras laterales, por el contrario, se han simplificado y se han producido con un policarbonato sostenible. Se ha razonado qué plásticos se utilizaban en este proyecto planteando una visión de futuro; un subproducto de la fabricación de papel. Finalmente, era fundamental que se pudiese desmontar con facilidad. Los acabados son siempre al agua, las juntas de las piezas van a presión; no hay tornillos ni adhesivos. Nos encontramos en un momento que constituye el inicio de un proceso, y todos estos productos deben diseñarse pensando en su final. Ahora existen nuevas conexiones entre la producción y el uso. Es importante, dentro de su complejidad, que encontremos las soluciones adecuadas.

RB: En 2020, en una serie de preguntas frecuentes para Flos Stories, nos dijo que coleccionaba sueños. ¿Cuáles son sus sueños ahora mismo, y cómo imagina el futuro?

PU: Sueño con planificar nuestro tiempo personal, con aprender a estar más en contacto con distintas realidades. Sueño con ser capaz, no de encontrar un equilibrio perfecto, sino de poder tamizar mi vida a través de esto. Mi tiempo es muy importante para mí. Otro sueño que tengo es el de dar al hombre un rol diferente. En el momento en que vivimos ahora, con esta visión antropocéntrica de la vida, creo que resulta evidente para cualquiera que ya no somos el centro de la conversación, que somos personajes secundarios de un sistema más complejo. Esta constelación Urquiolina, por la que se mueve mi avatar, representa cómo formamos parte de un todo, pero no somos el centro de todo, solo ocupamos el núcleo de nuestra forma de manejar las emociones, debemos entrar en un circuito que es más grande que nosotros mismos. Esto impone limitaciones considerables en nuestra educación humanística, en la que éramos el centro de todo; uno de los errores que nos ha llevado a errar ingenuamente una y otra vez es creer que el mundo estaba diseñado para que nosotros progresáramos. El problema está en que hemos creado un desequilibrio. Una vez adoptemos una visión más amplia, debemos entender que no todo está hecho para nosotros, que somos parte de un proceso mayor y debemos jugar un papel distinto. Superar esta perspectiva antropocéntrica implica comprender que somos parte de una constelación compleja en la que no todo existe específicamente para los seres humanos. Tenemos que entender que somos una pequeña parte de este sistema y así observar e interactuar desde una perspectiva más amplia. Configurar una conciencia de nuestra situación presente y futura. Ser un poco como el compost, y entender finalmente la realidad de vivir en este planeta.